Si viaja a Honduras con toda la familia, será difícil
convencerlos de que algún día tendrán
que volver a su lugar de origen. La atracción del
país reside en su complejidad y su diversidad.
Nadie se sentirá jamás defraudado por las
posibilidades de disfrute pleno. Playas blancas en mares
que van del turquesa de Caribe hasta el azul profundo
del Golfo de Fonseca; altas y escarpadas montañas
que crean paisajes sobrecogedores; pintorescos pueblos
llenos de tradición; vestigios monumentales de
las antiguas culturas que poblaron el territorio; una
cocina rica y distinta en cada lugar de su geografía;
arquitectura colonial y contemporánea en todas
las medianas y grandes ciudades; y, sobre todo, gente
cálida y hospitalaria.